El actor Carlos Villagrán recordó el día que fue a despedirse para siempre de Don Ramón, que estaba muy enfermo por culpa de un cáncer de estómago.
Carlos Villagrán y Ramón Valdés eran grandes amigos. Aunque en la vecindad de El Chavo del 8 se llevaban muy mal, y siempre terminaban a los gritos y pellizcos, cuando la cámara se apagaba eran como hermanos. En un live de Instagram junto a Carmen, la hija de Monchito, el actor que le dio vida a Quico se emocionó al recordar qué le dijo su compañero en la charla que tuvieron antes de morir.
“Lo fui a ver porque yo tenía un compromiso para ir a trabajar a Bolivia y Perú. Lógicamente, yo sabía que estaba muy enfermo y me fui a despedir de él en el Hospital Santa Elena. Entré y él siempre con sus bromas, a pesar de que estaba ya muy delgadito y todo...Yo lo vi muy delgado y ya vi que le faltaba muy poco tiempo. Así que lo abracé y empecé a llorar. A lo cual él me dijo ‘ya, no llores cachetón. Allá te espero’. Le digo ‘¿allá con el Señor?’. ‘No te hagas el tonto, allá abajo’, me respondió”.
En plena gira, Villagrán recibió una llamada con la noticia más triste. “Ese día estuve muy triste. Aunque la esperaba, cuando te avisan ya sabes que es oficial. Entonces me llegó una foto suya. Estaba yo sentado, me la quedé viendo y me quedé sin palabras... Y recordando tantas y tantas, y tantas cosas que pasaron. Perder a Don Ramón fue muy doloroso para mí”, expresó.
Para cambiar el clima de la charla con la hija de "Rorro", como le decía la Bruja del 71, le contó una anécdota muy divertida de uno de los viajes que hicieron con el resto del elenco de El Chavo. “Cuando estábamos de gira casi siempre nos tocaba en la misma habitación a Don Ramón y a mí, porque también lo pedimos nosotros. Nos llevábamos muy bien. Entonces, se despertó primero tu papá, entró al baño y se puso a lavarse los dientes. Yo me despierto, lo veo y me dice: ‘¿A qué hora le sale el sabor a esto?’. Y cuando miro, se estaba lavando una pomada para las hemorroides”, rememoró entre carcajadas.
Por último, Quico sostuvo que Don Ramón era dueño de una personalidad única: "Era el maestro del timing, lo traía a flor de piel. Todos hemos aprendido de él, fue nuestro maestro”.